En nuestro país ya se ve, se oye y se siente el ambiente electoral. Los dominicanos y dominicanas podrán ir a ejercer su derecho al voto, el domingo 18 de febrero de 2024. Ese día se celebrarán las elecciones municipales; para luego continuar las congresuales y presidenciales, el 19 de mayo del mismo año.
Sabemos que en estos tiempos siempre surgen personas y grupos a los cuales lo que menos les interesa es salvar al pueblo de la ignorancia, la miseria y ignominia a la cual mantienen sometido al pueblo los que mal nos gobiernan. Y claro es que esos tipos de personas y grupejos habitan las cavernas de los partidos tradicionales, y que a su vez vienen encimados en el Caballo de Troya de Don Dinero, aplicando la vieja práctica de la dádiva, el clientelismo, del popular pica pollo y otras tradicionales prácticas vejatorias, humillantes y desleales.
Los partidos del añejado sistema de partidos dominicano, haciendo uso desmedido del erario, del patrimonio económico que por ley debe ir destinado a dar soluciones a todas aquellas realidades sociales que la misma ley consagra, lo hurtan descaradamente y con migajas de esto compran y doblegan la voluntad de los necesitados. Y así se evidencia ante toda luz meridiana el alto grado de saqueo que practican los politiqueros que han hecho de la política una industria oscura, descarada e indolente; no hay forma mediante la cual estos paracaidistas del arribismo, acróbatas de la demagogia y maestros del camuflaje de la política puedan justificar sus imperio económico, partiendo de su salario, y lo que deja claro el origen de la fortuna que alardean y de modo descarado exhiben.
Pienso que el país debe venir dando, desde ya, pasos de descontentos que se pongan de manifiesto en las urnas y disponer su voto por opciones diferentes, progresistas y populares, en el sentido genuino de la palabra, para que estos que se creen caciques de la política vayan siendo desplazados por entes que encarnen sensibilidad social, capacidad gestora, sin hambre o ambición por lo que al pueblo le pertenece.
Esta nación merece cambios, pero cambios de verdad en toda sus estructuras, para así ir rescatando este país; ya que República Dominicana no puede continuar aguantando el despilfarro de los recursos del Estado y los abusos de poder.
Los hombres y mujeres de nobles sentimientos y humanizantes valores y akilatemiento de integridad deben asumir la política como bien de servicios y no de beneficios particulares, como ha venido ocurriendo hasta ahora; de lo contrario seguirán los Dráculas, los chapeadores del patrimonio global de la nación derribando los débiles pilares en los cuales se mal sostiene la sociedad dominicana.
DESPERTEMOS!!!