Aunque solemos asociar la psicopatía con asesinos en serie y criminales, la realidad es más compleja. No todos los psicópatas cometen delitos, pero su falta de empatía y su habilidad para manipular pueden generar un gran daño en el entorno familiar, laboral o social. Vicente Garrido, experto en criminología, expone las claves para reconocerlos y protegerse de ellos en su libro El Psicópata Integrado en la familia, la empresa y la política.
Contrario a lo que muchos creen, un psicópata no tiene por qué ser un delincuente. Lo que lo define es su incapacidad para establecer conexiones emocionales genuinas. Ven a las personas como herramientas para conseguir sus objetivos y carecen de remordimientos. Además, suelen ser narcisistas y manipuladores, lo que los hace más propensos a utilizar la violencia, ya sea psicológica o física.
Las estimaciones indican que alrededor del 1% de la población presenta rasgos psicopáticos, aunque si consideramos casos con menor intensidad, la cifra podría llegar al 5%. Sin embargo, no todos delinquen. En las cárceles, entre un 15% y un 25% de los reclusos encajan en este perfil, pero muchos psicópatas nunca son identificados porque se mueven en terrenos como el fraude, la manipulación o el abuso de poder.
Más que un trastorno mental, se considera un tipo de personalidad extrema. Las personas con esta condición actúan sin remordimientos, guiados por su falta de empatía y su deseo de control. Aunque no todos rompen la ley, su comportamiento suele generar sufrimiento en quienes los rodean.
¿Se puede detectar la psicopatía en la infancia?
No se puede diagnosticar la psicopatía en niños, pero sí se pueden identificar señales tempranas, como la incapacidad para sentir culpa o para desarrollar vínculos afectivos profundos. Estos rasgos pueden ser un indicio, aunque la personalidad no se define por completo hasta la edad adulta.
Los estudios indican que la psicopatía tiene un componente genético del 50%, pero el entorno juega un papel crucial. Un ambiente estable y estructurado puede minimizar sus efectos, mientras que experiencias adversas pueden intensificarlos. Sin embargo, no hay un evento específico que determine la aparición de la psicopatía; algunos psicópatas han tenido infancias traumáticas, mientras que otros no.
No todos los psicópatas terminan en la cárcel. Muchos logran integrarse en la sociedad, especialmente en entornos donde el poder y la falta de escrúpulos pueden ser ventajas. Son comunes en sectores como la política, el mundo empresarial y los mercados financieros. Prefieren trabajos que les permitan manipular y dominar a los demás, evitando aquellos que requieran empatía o un esfuerzo intelectual prolongado.
La mayoría de las personas no sabe qué es la psicopatía y cree que solo existe en la ficción. Esto los hace vulnerables ante estos individuos, que son expertos en aparentar normalidad. Su habilidad para mentir y manipular sin sentir culpa les permite engañar incluso a personas experimentadas en detectar fraudes o engaños.
¿Puede un psicópata cambiar?
Si por «rehabilitación» entendemos que dejen de delinquir, sí, aunque es poco común. Los psicópatas tienen dificultades para cambiar porque no sienten la necesidad de hacerlo. No les preocupa el daño que causan y pueden aburrirse con una vida convencional. Su reinserción suele depender de factores como la edad, la inteligencia o la posibilidad de encontrar maneras legales de satisfacer sus deseos de poder y control.
No existe un tratamiento probado para la psicopatía. Las estrategias más efectivas se centran en ayudarles a evitar el delito, fomentando el autocontrol y el miedo al castigo. Algunos pueden encontrar formas de canalizar su personalidad en actividades legales, pero la falta de remordimientos y su tendencia a la manipulación hacen que el éxito de cualquier intervención sea limitado.
Mitos sobre la psicopatía en el cine y la televisión
El cine ha creado una imagen distorsionada de los psicópatas. No son más inteligentes que la media ni tienen habilidades sobrenaturales para leer la mente. Su ventaja radica en que mienten con facilidad y no sienten ansiedad al hacerlo. Además, son maestros en el engaño y la manipulación, lo que les permite causar daño sin ser detectados.
La idea de que los psicópatas son genios malvados es un mito. En realidad, muchos son personas corrientes con una gran habilidad para aprovecharse de los demás. Su peligrosidad no reside en su brillantez, sino en su falta de escrúpulos y su capacidad para ocultar su verdadera naturaleza.