Mujeres describen orgullosas privilegio de tener a sus hijos

Por: Hoy.com.do

La paciencia es un árbol con raíces muy amargas, pero con frutos muy dulces…”. Con esa frase una de las madres que más celebra el día de hoy, describe el verdadero sentimiento de ser mamá que, sin lugar a dudas, envuelve una gran carga de paciencia y perseverancia, combinadas con un amor indescriptible.

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Madres jóvenes, iniciando el ejercicio de aprendizaje diario a que les llama su condición natural, describen la realidad de su jornada diaria en la que no pueden faltar ni las atenciones a sus hijos ni sus responsabilidades como mujeres.

Todas coinciden en que el momento más crucial que enfrentan es cuando ven a uno de sus hijos enfermar, porque ahí pierden el control de resolver la situación.

Sin embargo, para Sonia (nombre ficticio por razones legales), de 28 años, más que la enfermedad de cualquiera de sus dos hijos la prueba de fortaleza como madre la vivió en los últimos dos años cuando tuvo que enfrentar el rapto de su hijo Alán (nombre ficticio) por parte su padre, de nacionalidad peruana.

“No fue una ni dos personas que me dijeron que si acaso volvía a ver a mi hijo sería cuando estuviera grande, pero yo decía que no, que lo iba a recuperar y aquí lo tengo conmigo, aunque haya sido dos años después”, expresó.

La simple autorización de un permiso para que el padre estuviera con el niño de ambos por dos días se convirtió en una pesadilla de dos años que apenas alcanza un final feliz.

“Yo lloraba y no comía, pero mi otra hija de ocho años me decía que si yo no comía ella tampoco y un día pensé que las lágrimas no me iban a devolver mi hijo”, recordó.
La fortaleza de su carácter la llevó a enfrentar la situación junto autoridades locales y de Perú, que a fuerza de perseverancia y diligencia sumó a su causa.

Según narra el inicio del fin de su tortura comenzó con una foto que envió el padre del niño un año después de haberlo raptado, sin pensar que ese sería el punto de partida para la realidad que hoy felizmente vive con su niño de tres años.

“Yo misma fui al departamento que se encarga de esos casos en la Procuraduría y llevé la foto. Me fue difícil porque no era una autoridad que llevaba la foto, pero me prestaron atención y luego fui a Perú”.

El 16 de marzo hizo un recorrido en Perú de ocho horas en autobús para llegar a la ciudad de Chimbote, a orillas del Pacífico, para poder abrazar a su pequeño que dejó de ver cuando apenas tenía un año.

Por recomendaciones psicológicas tuvo que contenerse y ahogar sus lágrimas de emoción delante del niño que, haciendo honor a la naturaleza, hizo empatía de inmediato con ella y compartieron por tres horas seguidas. A los pocos días se le dijo quien era esa mujer con quien gustaba compartir y ya le llama mamá.

“Yo no sé cómo agradecerle a Dios. Ahora yo voy a educarlo junto a mi otra niña de ocho años y a seguir adelante con fe”, asegura.

El proceso legal no está del todo completado, pero la parte fundamental y que Sonia celebra hoy, es estar junto a su pequeño Alán con quien también compartió el Día de las Madres en Perú.

“Una experiencia única”. Cristal Abreu, de 24 años, celebra su segundo día de las madres con su hijo de un año y 10 meses.

Lo considera como un regalo invaluable por el que ambos tuvieron que luchar, debido a que fue un niño prematuro y pasaron momentos difíciles.

“El día de las madres me entusiasma mucho, porque no todo el mundo tiene el privilegio de ser madre joven y de tener la experiencia de verlo crecer y cuidarlo; sentirme madre”, dice con entusiasmo.

Otra que no cambia por nada su experiencia como mamá es Wendy Aguirre, de 37 años, madre de Denisse, de seis años, y de José Enrique, de 10 años.

Como el común de las madres de hoy debe compartir su tiempo de mujer de trabajo, esposa y mamá día a día.

Entiende que es una rutina que agota físicamente, pero el amor por servirles le da las fuerzas para cumplir con todo.

“Hay que trabajar, llevar los niños al colegio, cocinar, atenderlos… es cansón pero es una rutina que disfruto porque ellos están contentos. Que me piden sus antojos y aunque me acueste tardísimo se lo hago. En realidad disfruto mucho esta etapa de mi vida”, señala.

Idelsi Báez entiende que el regalo más grande que Dios le ha dado a cada mujer es ser madre y considera que no es suficiente un día.

“Soy madre al 100%. Hace un buen tiempo dejé mi profesión de mercadóloga a un lado y me dediqué a mis hijos. Tengo un adolescente de 15 años y Miranda que tiene 5 años”, con quien ayer compartía en compras de accesorios.

En orgullosa espera. Massiel Ceballos dice que celebra con gran alegría el día porque estará junto a Jean Pablo, de tres años y a la espera de que nazca su próximo retoño, que en pocos meses podrá estrechar entre sus brazos. “Es una experiencia donde uno crece y aprende mucho como cuidarlo y para mí es un orgullo ser mamá”.

Aunque son pocas las aquí presentadas extendemos un reconocimiento a todas las bendecidas con esas cuatro significativas letras: mamá.

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